"Me hizo sentir muy mal y quería gritarle", dijo el niño Phoenix. Para solucionar el problema, la madre del niño agredido, habló con las autoridades de la escuela. El director se reunió con el niño involucrado y ordenó cambiarles de asiento en el autobús y así solucionar el inconveniente, explica un portavoz del centro educativo. La calma llegó, pero sólo por unas cuantas semanas. Luego el niño agresor comenzó nuevamente con los insultos y burlas. Cuando el padre de los niños agredidos se enteró de esto, se sentó, medito y oró.
"Oraba a Dios acerca de este asunto para saber qué
hacer", dijo. Entonces al padre se le ocurrió que ese chico agresivo
debería recibir una Biblia. "Entonces me acerque a los niños y les dije
que le dieran una Biblia, “Díganle que Jesús lo ama, invítenlo a la iglesia y
veamos que pasa", les dijo el padre.
Y así lo hicieron, subieron al autobús y sucedió algo
sorprendente, "Le dimos la Biblia al niño que nos insultaba, y dos minutos
más tarde, cuando casi estábamos por bajar, él se acercó y dijo: "Gracias,
lo siento por todas las cosas malas que les hice a ustedes"", dijo
Phoenix.
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